Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

"El gatopardo" en la era moderna: de la pluma de Lampedusa a la pantalla de Netflix

"El gatopardo" en la era moderna: de la pluma de Lampedusa a la pantalla de Netflix

La remake de un clásico siempre despierta comparaciones. Es lo que ha sucedido con el lanzamiento de la serie El gatopardo por la plataforma Netflix. El primer referente a considerar es la película homónima (otro clásico por derecho propio) de Luchino Visconti, estrenada en 1963. Detrás de estas dos lecturas en clave audiovisual, trabajadas desde diferentes sensibilidades de época, hay una obra maestra literaria.

La serie Gatopardo recupera la novela original. Foto: gentileza Netflix.La serie Gatopardo recupera la novela original. Foto: gentileza Netflix.

Se trata de la única novela de Giuseppe Tomasi (1896-1957), príncipe de Lampedusa y duque de Palma, que no llegó a verla publicada. Después de dos intentos vanos ante las editoriales Mondadori y Einaudi, Feltrinelli, entonces todavía pequeña, asumió el riesgo.

Fue un gran acierto. Convertida en fulminante éxito de ventas, El gatopardo (1958) se instaló en el centro de los debates críticos, recibió el Premio Strega y llegó a ser la narración italiana más difundida del siglo XX.

El relato, que comienza en 1860 (con el desembarco de Garibaldi en Marsala) y concluye en 1910, se concentra sobre algunos momentos clave en la vida de una familia noble siciliana (los Corbera de Salina), que exponen las transformaciones políticas y sociales traídas por la unidad italiana.

Durante los años inmediatamente anteriores a la escritura de la novela se produce un sacudimiento histórico similar y aun mayor, a escala planetaria. En Italia, la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial desbanca definitivamente la monarquía saboyana entronizada por Garibaldi, que había aceptado aliarse con el fascismo, y se instala un régimen republicano.

Momento bisagra

No es casual que El gatopardo se haya elaborado en este contexto. Tampoco lo es que el interés por esta obra resurja en nuestros días. Nos hallamos en otro momento bisagra, con un reordenamiento que marcha al ritmo de las nuevas derechas, la amenaza de un conflicto mundial, y vertiginosos desarrollos tecnológicos que podrían estar colocándonos en el umbral de una era “post humana”.

Tomasi de Lampedusa fue empujado también por poderosos motivos personales. Había participado en las dos grandes guerras y se hallaba bajo el impacto de graves pérdidas, una de ellas, crucial. El palacio Lampedusa situado en Palermo, con su patrimonio ancestral, íntimo e histórico, había sido destruido durante el bombardeo americano de 1943.

Dice sobre esa casa en sus páginas de memorias: “La quería con total devoción. Y la quiero aún ahora, cuando ya hace doce años que es solo un recuerdo. Hasta pocos meses antes de su destrucción, yo dormía en el cuarto en que había nacido, a cuatro metros del sitio en que habían puesto la cama de mi madre durante el parto. Y me alegraba tener la certeza de que en aquella casa, tal vez en aquel mismo cuarto, moriría”.

De esta ausencia, de este acto memorial, surge la novela misma, que puede ser leída en clave de autoficción: como el escritor lo señala en su carta al barón Enrico Merlo, la figura protagónica de Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, cuyo emblema familiar es el “gattopardo” (leopardo jaspeado) se inspira en el bisabuelo del autor: Giulio Gabrizio Tomasi, príncipe de Lampedusa.

El pueblo Donnafugata remite al de Palma (ducado de los Lampedusa) y su palacio evoca la propiedad familiar de Filangeri-Cutò en Santa Margherita di Belice, donde el escritor pasó muchos veranos de su infancia.

La frase emblemática del llamado “gatopardismo”: “Si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”, no la pronuncia el príncipe Salina sino su bienamado, encantador y poco escrupuloso sobrino Tancredi Falconeri, cuando se despide de su tío para unirse a las fuerzas garibaldinas.

Don Fabrizio declinará subirse él mismo al tren revolucionario y su orden engañosamente nuevo. Pero sabe que sin ese “reciclaje” imprescindible, sin ese aggiornamento, los aristócratas quedarán excluidos del poder y la preeminencia social. Por eso apoyará a Tancredi y bendecirá su matrimonio con la plebeya Angelica Sedàra, que le aporta su espléndida belleza y la no menos espléndida fortuna de su padre, alcalde de Donnafugata, político y burgués ascendente de origen campesino.

Más allá de las circunstancias políticas de la hora, Fabrizio Corbera expresa su teoría sobre la invariable esencia de Sicilia, invadida y colonizada durante milenios, envuelta en un sueño perpetuo y en el fatalismo de un paisaje y un clima desmedidos.

Se consideran perfectos

Los sicilianos no aspiran a mejorar, le dice al caballero Chevalley, enviado por el gobierno central para convencerlo de aceptar una senaduría; es imposible que lo hagan porque ya se consideran perfectos. Llaman a ese sentimiento “orgullo”, pero en realidad es ceguera que impedirá cualquier auto reconocimiento, cualquier verdadero progreso.

Il Gatopardo según Luchino Visconti. En la novela, Giuseppe Tomasi di Lampedusa habla de la Italia de fin de siglo XIX y principios del XX.Il Gatopardo según Luchino Visconti. En la novela, Giuseppe Tomasi di Lampedusa habla de la Italia de fin de siglo XIX y principios del XX.

No faltaron críticos que vieron en El gatopardo una novela reaccionaria, por el escepticismo de Salina en cuanto a los efectos de las revoluciones. Hoy día se la considera más bien un clásico ya indiscutido que, como tal, habla de la complejidad humana y por tanto de la ambición, la rapiña y la traición como otros motores de la Historia.

Por lo demás, no son las de Salina, o de Tancredi, las únicas voces que se dejan oír. La novela no solo se ocupa de la aristocracia y la burguesía, sino también de los sectores populares, por fuera de la idealización simplista. Dentro del campesinado, el arreglo matrimonial de la sobrina del padre Pirrone con su interesado seductor reproduce en pequeña escala las relaciones de interés que median entre Angelica y Tancredi.

Más allá del mapa social es esta una novela de los sentidos, los sentimientos, las pasiones, las emociones, desde la sexualidad y el erotismo a la contemplación estética. Lampedusa, consumado prosista, Proust siciliano barroco e irónico, deslumbra por el refinamiento sensual y la sutileza introspectiva.

Altos momentos de narrativa

La descripción de los jardines de Donnafugata, o de su laberinto de habitaciones palaciegas donde estalla, sin consumarse, la pasión carnal de Tancredi y Angelica; la ensoñación final del príncipe moribundo que repasa su vida, se cuentan entre los más altos momentos de la narrativa del siglo XX.

Aunque no alcanzó su repercusión universal, quiero mencionar a otro maestro de la ficción histórica y de la prosa, perteneciente a la misma “familia” literaria: nuestro Manuel Mujica Láinez, cuyas grandes novelas porteñas se anticiparon a la de Lampedusa y que pintó como nadie en la Argentina el brillo y la decadencia de una clase aristocrática, marcada también por la endogamia, el dispendio y la consagración a aficiones estériles.

La serie Gatopardo recupera la novela original. Foto: gentileza Netflix.La serie Gatopardo recupera la novela original. Foto: gentileza Netflix.

Así como en la novela de Mujica Los ídolos (1953), las solteronas de la empobrecida familia con el escudo de la torre en llamas bordan absurdamente, durante años, la copia de un tapiz medieval, las señoritas Salina, hijas del Gatopardo, consagran su vejez a incrementar una colección de falsas reliquias.

El actual retorno de Lampedusa en formato de serie, no reproduce ni reemplaza su novela. Sí la reinterpreta, con algunos añadidos y modificaciones argumentales que podrían discutirse. Pero es, sin duda, una buena incitación para volver a este texto fundamental o para descubrirlo. Nadie quedará decepcionado.

Clarin

Clarin

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow